Cada 15 de octubre se conmemora el Día Internacional del Bastón Blanco, una fecha que invita a reflexionar sobre la importancia de este instrumento para las personas con discapacidad visual. El bastón blanco es mucho más que una herramienta de orientación y movilidad: representa independencia, autonomía y el derecho a transitar libremente por los espacios públicos.
Este día también busca visibilizar las necesidades de las personas ciegas o con baja visión y promover una sociedad más empática e inclusiva. En la vía pública, un gesto tan simple como preguntar antes de ofrecer ayuda puede marcar la diferencia. Si la persona acepta, se recomienda dejar que tome el brazo del guía, sin interferir con el movimiento del bastón. Además, es importante utilizar referencias claras como “a la derecha” o “unos pasos hacia adelante”, en lugar de expresiones imprecisas como “acá” o “allá”.
Los diferentes bastones y su significado
En Argentina, existen distintos tipos de bastones que permiten identificar las necesidades de cada persona:
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Bastón blanco: utilizado por personas ciegas.
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Bastón verde: utilizado por personas con baja visión.
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Bastón con franjas rojas y blancas: utilizado por personas sordociegas.
Cada uno de ellos es un símbolo de identidad y comunicación, que ayuda a la sociedad a reconocer y respetar la autonomía de quienes lo portan.
La Ley 22.431: un marco legal para la inclusión
En nuestro país, la Ley Nacional N° 22.431 establece un Sistema de Protección Integral de las Personas con Discapacidad. Esta normativa promueve la igualdad de oportunidades y garantiza derechos esenciales, entre ellos el libre desplazamiento y la accesibilidad en el espacio público y en los medios de transporte.
El artículo 11 de la ley reconoce específicamente el uso del bastón blanco como elemento de identificación y orientación para las personas con discapacidad visual, y dispone que se respeten sus derechos en la vía pública, asegurando su movilidad y seguridad.
Un llamado a la empatía y la acción
Conmemorar el Día del Bastón Blanco es también una oportunidad para repensar nuestras actitudes cotidianas. La verdadera inclusión comienza con la empatía y el respeto: preguntar, escuchar y actuar con sensibilidad.
Porque cada paso que damos hacia una sociedad más accesible, es un paso hacia una sociedad más justa.
